Chile: Claves para realizar una correcta fertilización de las praderas

 
El manejo de las aplicaciones variará dependiendo del nivel de materia seca que presenten las praderas y de la presencia de los distintos elementos nutritivos en el suelo.
 
Conseguir praderas abundantes y de buena calidad, capaces de brindarle al ganado bovino —ya sea de leche o de carne— todos los nutrientes necesarios para su buen desarrollo, dependerá de la especie que se cultive, la disponibilidad de agua y,  especialmente, de la realización de un adecuado y oportuno manejo de la fertilización del suelo.
Esto, en la práctica, significa proveerle regularmente al suelo los minerales y nutrientes necesarios para que la especie escogida se desarrolle de manera adecuada y satisfaga los requerimientos del productor.

Diagnosticar y definir

Antes de realizar cualquier acción es fundamental llevar a cabo un análisis químico de suelo, con el fin de medir la presencia de los distintos elementos en él y proyectar el nivel de fertilidad que podrá alcanzar la pradera. Y es que se entiende que en la medida que el suelo se encuentre en mejores condiciones desde el punto de vista nutritivo, mayor será el nivel de fertilidad que alcanzará la pradera.

Con los resultados de este análisis, el productor determinará si necesita realizar una fertilización de mantención, en el caso de que la pradera presente índices más o menos adecuados; o de corrección, si esta se encuentre en un estado más precario.

– Nivel óptimo de fertilidad:

Si el nivel de la pradera es óptimo, es decir, produce 12.000 kg/ha de materia seca o más, debería recibir una nutrición de mantención.

En esos casos, se recomienda aplicar entre 100 y 120 kg/ha de nitrógeno al año, en tres dosis. La primera corresponde al 30% del total —entre 30 y 36 kg/ha— y debe entregarse entre fines de febrero y la primera quincena de marzo.

“El objetivo es estimular el crecimiento de la pradera a la salida del período estival”, asegura Marta Alfaro, Subdirectora Nacional de I+D de INIA.

Mientras la segunda dosis de nitrógeno, correspondiente al 35% del total, es decir, entre 35 y 42 kg/ha, debe ser aplicada durante la primera quincena de agosto, la tercera, que contempla el 35% restante, tiene que ser entregada a fines de septiembre.

En el caso del fósforo, la idea es entregar entre 90 y 110 kg/ha en dos aplicaciones.

“Esto implica que entre fines de febrero y la primera quincena de marzo deberán aplicarse entre 36 y 44 kg/ha, lo que equivale al 40% del total, mientras que a fines de septiembre se entregarán entre 54 y 66 kg/ha, correspondiente al 60% restante”, explica Marta Alfaro.

También hay que considerar la entrega de 40-60 kg/ha de potasio a través de dos aplicaciones. La primera (16-24 kg/ha) debe realizarse entre fines de febrero y la primera quincena de marzo; y la segunda (24-36 kg/ha) a fines de septiembre.

Además, se debe contemplar una aplicación anual, a fines de septiembre, de magnesio (entre 20 y 30 kg/ha), azufre (entre 30 y 40 kg/ha), boro (entre 1 y 2 kg/ha) y cobre (entre 2 y 4 kg/ha).

 
– Nivel de fertilidad media:

Se estima que una pradera con fertilidad media produce 8.000 kg/ha de materia seca o menos, por lo que los expertos recomiendan someterla a una nutrición complementaria que le ayude a subir esos índices.

En ese sentido, se debería considerar aplicar entre 100 y 120 kg/ha de nitrógeno al año, parcializando su entrega en tres aplicaciones. La primera dosis, correspondiente al 30% del total, es decir, entre 30 y 36 kg/ha, debe ser entregada entre fines de febrero y la primera quincena de marzo. La segunda dosis, correspondiente al 35% del total, es decir, entre 35 y 42 kg/ha, debe ser aplicada durante la primera quincena de agosto; mientras que la tercera, correspondiente al 35% restante, tiene que ser aplicada a fines de septiembre.

También se recomienda aplicar entre 110 y 120 kg/ha de fósforo al año, en dos tandas: Así, entre fines de febrero y la primera quincena de marzo se deberían aplicar entre 44 y 60 kg/ha (40% del total), y a fines de septiembre entre 48 y 72 kg/ha (60% del total) más.

Se debe realizar además una entrega anual de 50-60 kg/ha de potasio, parcelada en dos partes: la primera, a llevarse a cabo entre fines de febrero y la primera quincena de marzo, debe contemplar entre 20 y 30 kg/ha; y la segunda, a realizarse a fines de septiembre, entre 24 y 36 kg/ha de este elemento.

Los expertos recomiendan llevar a cabo, a fines de septiembre, una aplicación de entre 30 y 40 kg/ha de magnesio y azufre.

“Paralelo a ello, se debe realizar una aplicación de 1.500 kg/ha de cal en el primer año. En el segundo años se debe repetir esa dosis pero a la vez descartar la aplicación de nitrógeno, potasio, fósforo, magnesio ni azufre”, agrega Marta Alfaro.

Por su parte, Carlos Díaz Boudon, asesor experto en temas agropecuarios, advierte que si al inicio del tercer año los índices de fertilidad del suelo se recuperan, lo mejor será que el productor ajuste sus parámetros de entrega a los que corresponden al “Nivel óptimo de fertilidad”.

“No hay que olvidar que el principal objetivo de esto es mantener las buenas condiciones del terreno”, afirma.

 
– Nivel de fertilidad baja:

Se estima que una pradera con fertilidad baja produce alrededor de 5.000 kg/ha de materia seca o menos, cifra que es considerada por los expertos como muy baja.

“Este nivel de producción puede ser causado por una explotación indiscriminada de la tierra, lo que se genera al extraer y no reponer los nutrientes que el suelo posee de forma natural. Este tipo de agricultura ha sido responsable de la degradación del recurso suelo, lo que a su vez ha resultado en una muy baja productividad de cultivos y praderas”, explica Marta Alfaro.

Para revertir esta situación, aunque no siempre se consigue, se recomienda aplicar entre 50 y 60 kg/ha de nitrógeno, a través de dos aplicaciones. Esto, en la práctica, implica que se entreguen, entre fines de febrero y mediados de marzo, cerca de 20-24 kg/ha de nitrógeno y luego, a fines de septiembre, entre 30 y 36 kg/ha más.

En el caso del fósforo, lo mejor es entregar entre 110 y 120 kg/ha en dos tandas. Así, se recomienda aplicar, entre fines de febrero e inicio de marzo, 44-48 kg/ha y después, a fines de septiembre, otra dosis de entre 66 y 72 kg/ha.

“La dosis de fósforo deberá repetirse durante tres años consecutivos, debido a que si bien los suelos de Chile cuentan con una gran disponibilidad de este mineral, también presentan una alta retención. Por lo mismo, es necesario entregarlo de forma agresiva para tener resultados a corto y mediano plazo”, explica Carlos Díaz Boudon.

También se recomienda aplicar entre 50 y 60 kg/ha de potasio, en dos dosis. La primera, correspondiente a 20 y 24 kg/ha, debe hacerse efectiva entre fines de febrero y la primera quincena de marzo, mientras que la segunda, correspondiente a 30-36 kg/ha, a fines de septiembre.

La estrategia debería contemplar además la entrega, a fines de septiembre, de una dosis de magnesio (30-40 kg/ha) y azufre (40-50 kg/ha).

Por último, los expertos recomiendan realizar durante el mes de septiembre una aplicación de 2.000 kg/ha de cal, la que se puede repetir al año siguiente en la medida que el análisis de suelo determine que este continúa con baja fertilidad.

“Si al inicio del tercer año se recupera la fertilidad del suelo, se deberán seguir aplicando fertilizantes en las mismas dosis que se describen en ‘Nivel óptimo de fertilidad’, con el objetivo de mantener estas condiciones en el terreno”, asegura Marta Alfaro.


Fuente: El Mercurio

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