Finalizado el mes de febrero, en el que se registraron temperaturas que superaron los 35 C° y una escasez de precipitaciones en el verano, surgen dudas sobre las medidas que deben tomar los productores lecheros y ganaderos en este período.
Cristian Moscoso, ingeniero agrónomo Master of Science y especialista en Praderas del Inia Remehue, explicó que «las altas temperaturas registradas en el verano y especialmente en los primeros días de febrero, y las escasas precipitaciones en la zona sur, entre las regiones de La Araucanía y Los Lagos, han significado una reducción en la productividad y en el crecimiento de las praderas de secano».
En términos de calidad del forraje, indicó que «debido al lapso de tiempo en que se registraron estas temperaturas, es esperable un aumento en el porcentaje de materia seca y el nivel de fibra».
Aclaró también que las altas temperaturas y el déficit hídrico afectan a la pradera de manera diferente. «Las especies forrajeras que componen las praderas en el sur de Chile tienen diferentes temperaturas óptimas de crecimiento, pero que bordean un rango entre 18 a 21 °C. Sobre estas temperaturas, las gramíneas forrajeras comienzan a disminuir su crecimiento, reduciéndose prácticamente a cero con temperaturas más elevadas».
Especies forrajeras
De acuerdo al experto del Inia, «las especies forrajeras que soportan de mejor manera el estrés calórico e hídrico son festuca, bromo y alfalfa. Estas especies cuentan con un sistema de raíces más profundo respecto a la ballica perenne, que es la gramínea más utilizada en el sur de Chile. Esto les permite obtener agua a una mayor profundidad y, por lo mismo, son más resistentes al déficit hídrico y a las altas temperaturas. Esto ha sido y está siendo evaluado por el Inia con buenos resultados».
Acerca de los manejos que se recomienda realizar para mitigar y minimizar los daños por el calor, Moscoso dijo que «en términos productivos, el uso de riego en praderas es la mejor herramienta que puede disponer el agricultor, siempre y cuando se realice de manera constante entre la primavera intermedia-tardía, la época estival e incluso el inicio de otoño, dependiendo de las condiciones de humedad del suelo. Esto permite mejorar el crecimiento de la pradera».
El especialista advirtió que lo anterior «debe complementarse con criterios de utilización que permitan a la pradera recuperarse posterior al pastoreo, dejando residuos cercanos a 6 ó 7 centímetros para de esta manera evitar el sobrepastoreo. Predios que no cuenten con riego deben alargar la rotación de pastoreo desde 30 a incluso 40-50 días en casos extremos, permitiendo de esta manera la recuperación de la pradera. Independiente de la situación tecnológica de cada agricultor, deben recurrir de manera constante a las diversas fuentes de información meteorológica disponibles, y de esta manera tomar decisiones con la debida antelación, ya que la toma de acciones posterior a un evento de altas temperaturas no será muy efectivo».
Dietas deficitarias
Camila Muñoz, médico veterinario Ph.D. e investigadora del Programa de Sistemas Ganaderos de Inia Remehue, añadió que «durante el verano y en presencia de déficit hídrico, las praderas tienen una menor calidad nutricional dado por un menor contenido de proteína y energía y un mayor nivel de fibra. Esto se traduce en que de manera progresiva se va perdiendo la digestibilidad de la pradera y se limitan los niveles de consumo. En consecuencia, en esta época las dietas en base a pradera son deficitarias nutricionalmente para los requerimientos de vacas en producción. En estas condiciones, es necesaria la suplementación con cultivos suplementarios o forrajes conservados y concentrados para cubrir los requerimientos de materia seca, proteína y energía de los animales».
Además, advirtió que en este período «es crucial proveer una fuente permanente de agua limpia y fresca para evitar la deshidratación de las vacas y proveer lugares sombreados donde los animales puedan resguardarse del calor durante los momentos de mayor temperatura del día, y así evitar las consecuencias de episodios de estrés calórico».
Fuente: Austral de Osorno