En el Informe elaborado para la Cámara de Diputado titulado “Definiciones, efecto de los tratamientos térmicos y parámetros que pueden indicar origen de la leche”, realizado por los investigadores del Instituto de Ciencia y Tecnología de los Alimentos (Icytal) de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Austral de Chile, Dra. Romina Abarca; Mg. Cs. Bernardo Carrillo y la Ing. Alimentos Gabriela Riquelme, se definen los siguientes tipos de leche:
La leche natural es aquella que ha sido sometida a enfriamiento y a estandarización de su contenido de materia grasa antes del proceso de pasteurización, tratamiento la ultra alta temperatura (UHT) o esterilización. A su vez, la leche reconstituida, se obtiene por adición de agua potable a la leche concentrada o en polvo, en proporción tal que cumpla con los artículos 203 y su contenido de materia grasa corresponda a las señalados en el artículo 205. Más de la mitad de las leches líquidas en caja presentes en el mercado nacional, serían de este tipo.
En tanto, la leche recombinada es un producto obtenido de la mezcla de la leche descremada, grasa de leche y agua potable que cumpla con los artículos 205 y 203 y que se pasteuriza y se somete al tratamiento UHT o proceso de esterilización. Del mismo modo, en el artículo 214 se definen leche concentrada subdivida en leche evaporada y leche condensada.
Por último, el artículo 206 se define la leche en polvo como un producto obtenido por la eliminación parcial del agua con un contenido máximo de 3,5 % de humedad, estos según si se trata de leche parcialmente descremada o descremada.
La Dra. Romina Abarca indica que a estas clasificaciones se pueden agregar otras como, por ejemplo, la bebida láctea, la cual fue modificada en año 2013, para un mejor entendimiento por parte de los consumidores.
En el artículo 224 del R.S.A, donde expresa que en este ítem “son considerados los productos elaborados con base en leche, con un mínimo de 30% de leche en el producto final, tal como se consume de acuerdo a la definición de leche líquida y en polvo establecida en los artículos 198 y 216, a sus características señaladas en el artículo 203 y a sus clasificaciones listadas en los artículos 204 y 205, todos del presente reglamento.
Además, el artículo señala que “podrá tener agregados de otros ingredientes alimentarios, como nutrientes, facto- res alimentarios y aditivos permitidos. La bebida láctea se podrá presentar líquida lista para el consumo o en polvo para reconstituir con un líquido apropiado antes del consumo. En el rótulo se deberá etiquetar su denominación “bebida láctea”, de acuerdo a la letra a) del artículo 107 del Reglamento Sanitario de los Alimentos, y el porcentaje de leche que contiene”.
¿Pero qué diferencias hay entre una leche reconstituida y una leche natural o fluida?
La Dra. Romina Abarca, académica del Icytal; explica que, desde el punto de vista nutricional, estudios científicos, han demostrado que prácticamente no existen diferencias significativas en el análisis proximal de este tipo de alimentos, es decir, en aquello que se relaciona con grasa, cenizas, calcio, hidratos de carbono.
Por lo tanto, las leches son muy similares desde esa perspectiva por lo que el consumidor debería buscar una que sea adecuada a sus requerimientos nutricionales, es decir, descremada, semidescremada, entera, si o con lactosa, sostiene la investigadora de la UACh.
En esta perspectiva, un informe del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Chile, INTA, señala que “la leche en polvo que es reconstituida sigue siendo leche”, agregando que “la leche reconstituida mantiene sus propiedades nutricionales”.
¿En qué debe fijarse un consumidor al momento de escoger la leche?
La Dra. Abarca reitera que lo más importante es que las personas consuman, cualquiera sea el producto, tomando en cuenta sus requerimientos nutricionales y de esa manera, tengan una dieta adecuada.
Para ello recomienda leer el etiquetado nutricional y composición de cada producto. Donde se encuentra información sobre los aditivos presentes en la composición del alimento, así como los aportes nutricionales en cuanto a % de grasa, calcio, entre otros.
Datos de contexto
En Chile, el consumo de leche y sus derivados alcanza alrededor de 151,6 litros per cápita al año, entre los que destaca la ingesta de quesos y quesillos con 9,6 kg equivalente a 71,5 litros de leche; leche fluida de todos los tipos con 28 litros per cápita al año; yogurt y leche cultivada con 14 litros; y otros productos como la mantequilla, manjar, crema y otros, equivalentes a 38,1 litros de leche por persona en el año.
Este valor está por debajo de lo recomendado por la FAO y la Organización Mundial de la Salud (30 litros menos). Aunque el país se ubica sobre el promedio mundial 104 litros per cápita al año, está lejos de los países desarrollados, 244 litros per cápita al año y de vecinos cercanos como Argentina y Uruguay que sobrepasan los 200 litros, indica la Dra. Abarca.
Fuente: Mundo Agropecuario