Cómo manejar adecuadamente el consumo de praderas de cara al invierno

A medida que se acerca el invierno, con lo que bajan las temperaturas y la luminosidad, disminuye, paulatinamente, el crecimiento natural de las praderas en el sur, compuestas en un 90% por gramíneas y leguminosas, y con ello la disponibilidad de forraje para el ganado.

Esta situación afecta a los ganaderos de carne, especialmente a los que desarrollan sistemas estacionales, debido a que en invierno las vacas que están gestando requieren nutrientes y minerales que aportan preferiblemente las praderas, y que no pueden ser suplidos por los forrajes conservados, para llegar con una buena condición corporal al parto en primavera.

Por lo mismo, es fundamental el manejo adecuado de las praderas para extender el pastoreo en las praderas y asegurar las necesidades nutricionales de los animales.

Conociendo el predio

El primer paso es saber con la mayor exactitud posible la cantidad de materia seca (MS) disponible en la pradera.

Si bien existen varios métodos para obtener esta información, como la altura comprimida y la medición continua en altura, los expertos recomiendan usar la evaluación por corte, ya que es efectiva, simple de realizar y económica.

Para llevarla a cabo solo se necesitan un marco de 1 metro cuadrado —puede ser de PVC—, tijeras, un horno, estufa o microondas y una pesa.

Luego se definen 4 a 6 sectores en cada hectárea de pradera. En cada uno de ellos se posará el marco a nivel del suelo y luego se cortará todo el forraje que sobresalga de este, descartando la maleza.

“El ganadero debe preocuparse de dejar un residuo de entre 4 y 6 centímetros, simulando lo que el animal debiera dejar después del pastoreo”, indica Osvaldo Teuber, investigador del INIA Tamel Aike y experto en ganado de carne, forrajes y utilización de praderas en la zona austral.

El forraje cortado de cada muestra debe secarse por separado en el horno, la estufa o el microondas.

Para determinar si el secado ha alcanzado su punto ideal, se recomienda hacer pesajes durante el proceso. Una vez que el forraje deje de bajar de peso, producto de la evaporación de agua, significará que está listo.

Cada una de las muestras ya secas debe ser pesada. El resultado corresponderá al valor de materia seca presente en la zona de corte.

Luego hay que calcular el promedio de las muestras para poder calcular cuánto es la disponibilidad por hectárea.

“Si el promedio final es de 3 gramos de MS, significa que esa es la materia seca de forraje en un metro cuadrado. Para saber cuánta materia seca hay por hectárea, esa cifra se debe multiplicar por 10 mil, lo que en este caso dará como resultado 3 mil kg/MS/ha”, explica Osvaldo Teuber.

Teuber explica que en el cálculo hay que contemplar también la llamada eficiencia del pastoreo, es decir, la cantidad de materia seca que efectivamente consume el animal, que se estima en alrededor de 65%.

De acuerdo a ello, la disponibilidad real de la pradera, a partir del ejemplo anterior, llegaría a 1.950 kg/MS/ha.

Evitar la sobrepoblación

Posteriormente, se deberá determinar la cantidad máxima de animales que podrá alimentarse en esa pradera.

Para ese cálculo hay que considerar que una vaca de carne preñada de 500 kg diariamente consume cerca del 2% de su peso vivo en MS, es decir, necesitará cerca de 10 kg/MS/día para alimentarse. Esto quiere decir que cada animal requerirá consumir un total de 910 kg/MS durante los 91 días que dura el invierno.

Así, siguiendo con el ejemplo, al dividir 1.950 kg/MS/ha, correspondientes a la disponibilidad real de la pradera, por los 910 kg/MS, equivalentes a los requerimientos nutritivos de la vaca de 500 kilos en invierno, se determinará que en cada hectárea de pradera se podrán alimentar hasta 2,1 vacas.

En caso de que los requerimientos nutricionales de los animales sobrepasen los límites establecidos para cada sector de la pradera, lo mejor será que se adquiera forraje conservado complementario, como bolos de silo, pradera, paja o alfalfa, con una concentración ideal de 220 kg MS; o fardos de 28-40 kg de alfalfa y/o ballica o ensilaje de maíz.

Si el forraje conservado tampoco es suficiente, se recomienda suplementar la dieta de los animales con sales minerales, vitaminas, enzimas nutricionales, ionóforos y aminoácidos.

“De lo contrario, no se podrán satisfacer las necesidades energéticas del ganado, lo que puede tener resultados nefastos en la productividad del rebaño y en los resultados económicos”, asegura Rodrigo Prado, consultor ganadero.

Controlando el pastoreo

Una vez calculada la capacidad de alimentación de cada hectárea de pradera, hay que supervisar que los animales no coman más de lo debido de cada sector, es decir, evitar el sobrepastoreo. Esto es especialmente importante en la zona que se extiende entre el norte del Biobío y Puerto Montt, incluyendo a Chiloé.

Para evitar el sobrepastoreo, los expertos recomiendan establecer un sistema de pastoreo rotativo, dividiendo la superficie de la pradera en 40 sectores, donde cada animal tendrá un espacio diario delimitado. Así, por ejemplo, si el predio tiene 50 hectáreas, cada animal deberá alimentarse en un espacio de 1,25 hectáreas.

“La idea es que en cada sector, el animal se alimente durante un día y no vuelva allí hasta dentro de 40 días que es el tiempo promedio que demora en rebrotar las gramíneas y leguminosas”, explica Carlos Díaz Boudon, asesor ganadero.

De todas formas, el experto recomienda evaluar permanentemente el rebrote de la pradera, ya que hay cultivos como la ballica que estarán listos para volver a ser utilizados cuando presenten entre 3 y 4 hojas extendidas.

La mejor forma de delimitar cada área es usar cercos eléctricos, ya que además de ser altamente efectivos en el manejo de los animales, se pueden desplazar fácilmente de un lado a otro.

El control de la condición corporal

La mejor forma de saber si las medidas que se están adoptando en el predio avanzan en la dirección correcta es hacer un permanente y adecuado control de la condición corporal de los animales, especialmente de las vacas preñadas.

Para ello se debe llevar a cabo una evaluación visual de los animales, analizando aspectos como su apariencia física —si está delgado, en buen estado u obeso— así como su nivel de debilidad y la presencia de grasa en el pecho, los flancos y las ubres, entre otras cosas.

A partir de la información obtenida se recomienda formar lotes de animales, los cuales recibirán una alimentación, ya sea de pradera o forraje conservado, acorde a sus necesidades.

“Por ejemplo, se puede conformar un lote de las vacas flacas (CC menor a 5; en escala de 1 a 9), otro grupo de las que están bien (CC de 5 a 6) y un tercer grupo de las gordas (CC superior a 6)”, explica Rodrigo Arias.

 

Medidas adicionales

Las praderas de la zona austral, a diferencia de las de la zona centro-sur, necesitan un largo periodo para regenerarse, por lo que lo mejor para mantener la sustentabilidad del sistema es tomar algunas medidas adicionales.

En ese sentido, los expertos recomiendan establecer en el predio un sistema de invernada-veranada, lo que implica una pradera que se usará en verano y estará ubicada en sectores en altura; y otra que se utilizará en invierno y estará emplazada en sectores más bajos.

Para los expertos lo más adecuado es que las veranadas estén expuestas a mayores corrientes de aire y humedad durante los meses de mayor calor; y las invernadas estén más protegida de las bajas temperaturas.

Además, es importante que la pradera invernal cuente con una alta calidad de suelo, debido a que será explotada por mucho más tiempo y en condiciones más complejas.

“Una vez pasado el invierno, las praderas deben ser fertilizadas con NPK y azufre principalmente, según la necesidad del campo”, agrega Osvaldo Teuber.

Lo normal es que las praderas de verano y de invierno se encuentren en predios distintos, lo que implica que los animales deban ser trashumados en momentos bien definidos.

“Dependiendo de las zonas productivas, condición de la veranada y nivel productivo del ganadero, las veranadas se pueden usar entre los meses de noviembre-diciembre hasta abril-mayo, aproximadamente. Mientras que las invernadas se ocupan en los meses restantes”, asegura Osvaldo Teuber.

Por lo mismo, dice el experto, es importante que se cuente con todas las instalaciones necesarias en cada una de las praderas, es decir, un granero, bodegas para el forraje y un lugar de residencia para el período de uso.

Para aprovechar al máximo el forraje entregado por estos campos, lo mejor será aplicar el sistema de pastoreo rotativo bajo los mismos principios explicados anteriormente.

Por Rolando Araos Millar

Fuente: https://www.elmercurio.com/Campo/

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