La pelea para mantener la producción

El alimento concentrado ha aumentado casi 25% en lo que va del año y un fertilizante clave como la urea ha triplicado su costo en un año. Sin embargo, se destacan la sólida demanda de las plantas procesadoras y la capacidad de gestión de la industria.

‘Desde el punto de vista de los resultados económicos a nivel de la producción primaria, lo más probable es que veamos una temporada, en general, con resultados por debajo de lo que fue la campaña 2021’, admite Paulina Carrasco Gorman, presidenta de la Asociación de Productores de Leche de la Región de Los Ríos, Aproval.

La dirigente explica que en lo que va de 2022 el valor del alimento concentrado aumentó entre 20% y 25% respecto del mismo período del año pasado. Además, un fertilizante clave como la urea ha triplicado su valor en un año, mientras que el fósforo se ha más que duplicado.

El precio de la leche algo ha ayudado a aminorar el perjuicio de las alzas de costos y el aumento del valor pagado por las empresas procesadoras por el producto que le entregan los ganaderos. Según los últimos datos oficiales, en el primer trimestre, en promedio, los agricultores de la Región de los Ríos recibieron 10,5% más por su leche.

Con una producción anual que supera los 2.400 millones de litros, los resultados del sector lechero son claves para la agricultura sureña, sin dejar de lado el papel que juega como fuente de alimentos de primera necesidad en tiempos de incertidumbre alimentaria mundial.

Como todos los rubros agrícolas, el alza de los costos tiene a la producción de leche bajo presión. Se vienen meses de cálculos, especulaciones e incertidumbre. Con el término del invierno viene el inicio de las siembras de cultivos forrajeros como el maíz, en esa época en que también se cierran las compras de fertilizantes para las praderas.

En un par de meses más, las empresas procesadoras deberán informar las pautas de pago para el verano, la época de mayor producción de la temporada. Los precios internos durante lo que va del año han estado en niveles altos, lo que ayuda a amortiguar el alza de costos. La gran duda para los agricultores es si a partir de septiembre el bono que las empresas entregan para fomentar la producción de invierno se va a acabar o seguirá vigente.

Hasta ahora el consumo local de lácteos sigue muy fuerte, debido a la disponibilidad de recursos de la población por los retiros de pensiones y transferencias del Estado realizadas el año pasado, lo que asegura interés por parte de los procesadores por materia prima, algo que no pasa en todos los sectores agrícolas, como bien lo saben los fruticultores.

‘Afortunadamente, el rubro lechero está muy desarrollado. Las plantas son serias en sus pagos, hay un mercado de insumos muy competitivo y tenemos buenos profesionales y laboratorios para apoyar la producción. El productor tiene herramientas para sacar la mejor producción posible y tener las rentabilidades típicas del sector agropecuario’, afirma Robert Cussen, gerente general de BEST Fed.

Partida compleja

‘Lo que va corrido de la campaña 2022 ha sido complejo para la producción primaria. Tuvimos un inicio de año climáticamente adverso, con altas temperaturas y escasas precipitaciones, lo que impactó negativamente en el crecimiento de las praderas de secano. Según los reportes que nos proveen nuestros colaboradores de Lecherías del Sur, las tasas de crecimiento estuvieron en promedio por debajo de los 20 kilos de materia seca por hectárea entre enero y febrero, mientras que en las dos campañas precedentes las tasas estuvieron entre 25 y 35 kilos de materia seca por hectárea’, explica Paulina Carrasco.

Sin embargo, las penurias de comienzos de año se fueron a partir de marzo. Hasta fines de abril el crecimiento de las praderas tuvo un repunte significativo gracias a una recuperación de las precipitaciones y la mantención de buenos niveles de temperatura. Durante esos meses las condiciones fueron ideales, algo poco frecuente para esa época del año. Según las cifras oficiales, la recepción de leche en abril aumentó en 6,1% respecto de igual mes del año anterior, sumando 175,6 millones de litros.

En todo caso, en mayo los niveles de crecimiento de las praderas pisaron el freno debido a la llegada de temperaturas bajas y comenzó a ajustarse al comportamiento típico del invierno.

Con datos en la mano, José Guajardo Reyes, subsecretario de Agricultura, explica que la sequía en las principales zonas productoras del país es el principal factor que ha afectado la producción nacional de leche.

‘La variación anual de la temporada 2020-2021 correspondió a un aumento de 0,3%, lo cual se considera como un mantenimiento del nivel productivo, pese a la sequía e impulsado principalmente por los altos precios pagados al productor, que incentivó la producción. Sin embargo, la variación del primer trimestre 2022 arroja una disminución del 2,3%, debido a la sequía y a los altos costos de los fertilizantes y concentrados que han afectado negativamente la producción’, sostiene la autoridad.

Este otoño ha traído una recuperación de las precipitaciones en la zona sur; sin embargo, todavía queda por ver cómo se comportará el invierno y la primavera. Las praderas son el principal insumo para la alimentación del ganado lechero en el país y junto con el agua es determinante en su crecimiento el nivel de fertilización que apliquen los agricultores.

Mayores costos

Uno de los grandes cambios de la actual temporada lechera es el alza de costos en la alimentación animal y de establecimiento de praderas.

‘Se explica por el contexto económico internacional asociado al alza en el precio de ciertos commodities relevantes para la cadena agroalimentaria, entre ellos los granos, tanto de consumo humano como pecuario. En línea con lo anterior, se observa un importante incremento en el precio de la energía, como el petróleo y el gas, generando un incremento sustancial en el precio internacional de fertilizantes, fletes e insumos en general’, sostiene José Guajardo.

Argumenta el subsecretario de Agricultura que las principales variables que explican esta situación son el cambio climático, la crisis sanitaria del covid-19, junto con la recuperación económica de finales de 2020 y que siguió en 2021, así como el conflicto armado en Ucrania.

En todo caso, los fertilizantes son los que realmente encienden las alarmas en el sector lechero.

‘Es verdad que los concentrados y otros costos, como el petróleo o las remuneraciones, han subido, pero lo han hecho dentro de rangos que serían manejables con el aumento del precio de la leche. Sin embargo, algunos fertilizantes se han triplicado; eso complica cualquier presupuesto. Los aumentos de los pagos de las plantas procesadoras no permiten absorber esa alza’, sostiene Thamara Haeger, fundadora de Smartges, empresa que apoya la gestión de predios que producen cerca del 14% de la leche en Chile.

Las cifras son claras. En abril de 2021 la tonelada de urea se cotizaba a US$ 328, un año después había subido a US$ 925. En fertilizantes como el superfosfato triple o el cloruro de potasio, las alzas también son importantes.

Sin embargo, la que pega más fuerte es el alza de la urea. El aporte de nitrógeno que tiene este producto es la base para la producción de praderas o de forraje como el maíz.

‘Puedes tener la mejor sala de ordeña, una muy buena sanidad de los animales, pero sin nitrógeno, vas a sufrir una baja producción de leche. Aunque tengas un Ferrari en el campo, la urea es la bencina que lo hace moverse’, afirma Robert Cussen.

Usualmente, cerca del 18% del presupuesto de una operación lechera se dedica a fertilizantes. En esta temporada, ese valor se va a multiplicar.

‘No solo se trata de que los fertilizantes están más caros, también hay demoras en el transporte. A eso hay que sumarle que los créditos bancarios están restringidos y con una mayor tasa, lo que dificulta el acceso a capital de trabajo’, sostiene Thamara Haeger.

Por eso, en el sector lechero se especula sobre la posibilidad de que los productores bajen su uso de fertilizantes en esta temporada como forma de aminorar los gastos.

Todavía queda tiempo en todo caso. El mayor uso de fertilizantes ocurre con la llegada de la primavera. Las compras, eso sí, se hacen a finales del invierno.

Entre los analistas se ven posibilidades de que la urea u otros productos ya hayan alcanzado su máximo y puedan declinar en los próximos meses. En todo caso, las bajas serían parciales, sin alcanzar los niveles de un año atrás.

Robert Cussen cree que es el momento de poner el foco en la buena gestión del uso de fertilizantes en la lechería. Argumenta que es clave hacer un buen análisis de suelos para entregarle lo que realmente necesita en cuanto a nutrientes. Aunque hay una gran dispersión en el uso de esa herramienta en Chile, en general hay mucho espacio para ganar. Una periodicidad de un año por medio es un ritmo recomendable.

El asesor cree que un buen conocimiento del suelo, seguido de un programa bien diseñado de fertilización y de análisis para corroborar la correcta aplicación de fertilizantes es indispensable.

‘Hay profesionales y laboratorios muy competentes en Chile. Hay que usarlos para tener una buena gestión’, afirma Cussen.

Producción estable

Paulina Carrasco advierte que en condiciones normales siempre ha sido difícil proyectar lo que ocurrirá en el sector lechero a inicios de la temporada, pues el sector depende de factores tan impredecibles como el clima y el mercado.

Si esto no fuera poco, se ha agregado como factor de incertidumbre el conflicto entre Rusia y Ucrania, que ya está teniendo impacto a nivel de disponibilidad y precios en fertilizantes y de productos lácteos.

‘Tomando en cuenta estas dificultades para proyectar el dinamismo sectorial, si las condiciones climáticas se presentan razonables, la demanda interna se mantiene estable, los insumos retroceden en algo sus valores actuales y el mercado internacional logra sortear razonablemente los vaivenes de la guerra, debiésemos esperar un cierre de la campaña 2022 en niveles productivos muy similares a 2021’, sostiene.

Eso sí, Carrasco advierte que podría haber algún impacto negativo por eventuales ajustes a la baja en materia de fertilización que realicen algunos productores en esta coyuntura, ‘pero como no tenemos datos de la magnitud, es difícil saber cuánto podría impactar eso en términos de producción de leche’.

BAJA LA RENTABILIDAD

A la hora de enfrentar el alza de costos, no todos los productores estarán en el mismo escenario en la temporada 2022-2023. El endeudamiento anterior, el sistema productivo usado, el porcentaje de compra de forraje fuera del predio, grado de eficiencia en la gestión, entre otros aspectos, forman parte de la ecuación.

Los cálculos que se hacen entre analistas de la industria es que los resultados por hectárea podrían ser entre $300 mil y $600 mil menores a los de la temporada 2021-2022.

Un nivel de rentabilidad aceptable el año pasado fue de cerca de $700 mil por hectárea. En todo caso, el arco de resultados es muy amplio, con productores con rentabilidades de $500 mil el año pasado, mientras que otros superaron con creces el millón de pesos por hectárea.

Revista del Campo

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