Las distintas fórmulas para impulsar el desarrollo rural

Se dio la partida a la nueva política nacional de desarrollo rural, que hasta ahora no existía, lo que era visto por organismos internacionales como uno de los puntos débiles para que el país pudiera acortar las brechas que hay entre zonas urbanas y rurales, en donde están más del 80% de las comunas del país.

Fue con la idea de dar una mirada más transversal a la ruralidad, no solo asociada a sectores económicos, como la agricultura, que el año pasado el Ministerio de Agricultura (Minagri) creó un departamento de desarrollo rural dentro de Odepa, que tendrá el rol de coordinar las acciones que se decidan tomar una vez que esté vigente la nueva política nacional.

‘Seremos una especie de secretaría técnica del comité de ministros que se hará cargo de esta política, desde donde coordinaremos a los distintos sectores para que tengan políticas pertinentes para el mundo rural’, explica la directora de Odepa, María Emilia Undurraga.

Una vez que se apruebe la política de desarrollo rural, se conformará un consejo público-privado para asesorar a los ministerios y darle seguimiento a la política, para lo cual en Odepa crearán un grupo de 166 indicadores enfocados en las áreas rurales que permitirán medir los avances a futuro, tal como una serie de estadísticas que hoy maneja el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) para medir el desarrollo urbano.

Durante este año, además, se elaborará un plan de trabajo con los distintos ministerios que se relacionan con las áreas rurales –como Agricultura, Obras Públicas y Economía, entre otros– para adaptar los programas que ya existen a las áreas rurales y diseñar nuevas iniciativas en los casos que corresponda.

‘Por ejemplo, creo que un programa que se haga cargo de la pobreza en los sectores rurales debería ser revisado, porque en Chile actualmente están muy sesgados hacia lo urbano. Un programa así tendríamos que hacerlo pertinente para el sector rural’, comenta la directora de Odepa y añade que buscarán que el consejo público-privado que seguirá la política de desarrollo rural sea lo más amplio posible, para que permanezca más allá de los períodos de gobierno.

Los cambios que implicará el contar con una política nacional de desarrollo rural se suman a una serie de iniciativas que realizan fundaciones, organizaciones no gubernamentales y empresas para impulsar estas zonas y disminuir las brechas que tienen con las áreas urbanas, donde el denominador común es poner atención a la realidad particular de cada territorio y generar relaciones sólidas entre sus habitantes, para así mejorar la calidad de vida y con ello generar un vínculo más potente de las personas con su territorio.

 

  • Huella Local: Unir para generar impacto local

 

Durante ocho años, Gonzalo Vial Luarte trabajó en fundaciones y organizaciones públicas en las regiones del Maule y Biobío, donde pudo ver que en muchos casos los recursos que entrega el Estado no llegaban a las comunas más pobres y rezagadas, porque sus municipalidades no cuentan con el personal suficiente para elaborar proyectos y captar esos recursos.

Desde esa mirada, que comparte con los otros socios, hace tres años formó la fundación Huella Local, que busca incorporar un equipo de profesionales en los municipios que más lo necesitan, para ayudarlos a conseguir financiamiento para las iniciativas que requieren.

Para eso ha sido clave unir a los representantes de las municipalidades con las empresas que presentes en la localidad y con la comunidad en torno a una mesa —que llaman de convergencia—, donde en conjunto deciden qué priorizar y cómo financiarlo.

‘Invitamos al sector privado no solo para que ponga recursos, sino que para que sea parte de una gobernanza, como vecinos, como parte del territorio, porque vimos que había que juntar a los gobiernos locales, que tienen claro lo que necesitan y no tienen los recursos, con las empresas, que muchas veces hacen donaciones, pero ese esfuerzo no se ve multiplicado’, comenta Gonzalo Vial.

Para definir dónde trabajar, generaron un indicador que muestra el nivel de desarrollo de las comunas, con el que evalúan datos de pobreza, presupuestos y la capacidad en cuanto a recursos humanos, en función del equipo profesional de cada municipalidad, con lo que han llegado a definir que en Chile existen 81 comunas en situación de rezago. En ellas quieren implementar el modelo de intervención territorial de Huella Local.

‘Nosotros planteamos una oportunidad, un modelo de gobernanza que puede funcionar sin nosotros y que tiene tres aspectos muy relevantes: la cohesión social que genera, porque la gente se encuentra en un ambiente de consenso; la solidaridad, porque deben colaborar los distintos actores, no solo en lo económico; y la justicia territorial, porque atraemos fondos públicos a lugares donde no llegan’, afirma.

En la práctica, las empresas que participan se comprometen a aportar recursos —puede ser una empresa grande o varias pequeñas de una localidad—, los que permiten pagar a los profesionales que desarrollan proyectos para captar recursos del Estado desde los municipios.

‘En San Pedro de Melipilla, por ejemplo, se sumaron diez empresas, de las cuales tres eran grandes y el resto medianas y muy pequeñas, como una ferretería local. Fue algo significativo, porque con cinco empresas pequeñas que pongan $500 mil ya podemos desarrollar un proyecto que logre apalancar $60 millones en el Estado, y eso es un multiplicador de beneficios para todos los actores del territorio’, asegura el fundador de Huella Local.

Cree que es necesario crear un fondo que garantice un financiamiento mínimo para que los municipios puedan desarrollar proyectos, que no estén condicionados a su aprobación en Santiago, a través de herramientas como los planes de desarrollo comunal.

 

  • Yo Joven & Rural: Conectar a los jóvenes del campo

 

Actualmente, el 7% de los usuarios de Indap son jóvenes de entre 18 y 35 años, una cifra que históricamente se ha mantenido en torno a ese nivel, pero que ha cambiado en sus características, ya que cuentan con un mayor nivel de educación e interés por emprender e innovar.

Por eso, hace casi tres años este servicio impulsó la creación de la comunidad virtual Yo Joven & Rural, una plataforma online que comenzó con 300 participantes y hoy se acerca a los cuatro mil usuarios activos y que fue elegida por la FAO como una de las 12 iniciativas innovadoras y escalables para el desarrollo rural sostenible de América Latina.

‘En general, participan bastante y comparten información sobre intereses que tienen en común, capacitaciones y opciones de financiamiento, y queremos seguir potenciando que estén conectados, para fortalecer el desarrollo de redes entre los jóvenes y con otras instituciones’, asegura el jefe del departamento de áreas transversales de la División de Fomento de Indap, Víctor Rioseco.

En paralelo se conformó una red nacional de jóvenes rurales, todos usuarios de Indap, que comenzó con tres mesas regionales y que hoy ya tiene una mesa por región, donde participan 216 jóvenes en total, quienes canalizan sus principales demandas y necesidades frente a esta institución.

Por otro lado, dentro del Minagri, Odepa cuenta desde el año pasado con la iniciativa Santiago no es Chile, que se enfoca en apoyar a unas 50 organizaciones de la sociedad civil, como programas de voluntariado y fundaciones con presencia regional y nacional, en las actividades que llevan a cabo.

‘No tenemos recursos para esto, pero sí actuamos como articuladores, intentando reunir al sector público, el privado y la sociedad civil con una dinámica centrada en la realidad de cada territorio’, dice la directora de Odepa, María Emilia Undurraga.

 

  • Rimisp: Investigación enfocada en lo rural

 

Aunque fue conformada por un grupo de agrónomos y economistas agrarios hace más de 30 años, con la idea de apoyar las iniciativas de fomento agrícola, la ONG Rimisp hoy tiene oficinas en Colombia, Ecuador y México y se enfoca en Latinoamérica, con una mirada centrada en el desarrollo territorial rural.

‘Buena parte de la ruralidad tiene otras actividades, además de la agricultura, y está conectada con ciudades intermedias, por lo que creemos que se debe entender el territorio desde una perspectiva más amplia para mejorar las condiciones de vida de las personas que allí habitan’, asegura la directora ejecutiva de Rimisp, María Ignacia Fernández.

Las investigaciones y proyectos que realizan normalmente son a tres o cinco años y se financian con donaciones de organismos internacionales, donde analizan temas como apoyar a los pequeños productores y comunidades indígenas a integrarse en cadenas de comercialización –como un proyecto que comenzarán en Chile sobre cuál es el potencial que existe para productos de comercio justo, por ejemplo– o cómo generar espacios de diálogo y acuerdos para comunidades rurales, que comenzarán a desarrollar este año en Perú, Colombia, El Salvador y México y que extenderán en 2021 a Chile y Guatemala.

‘Lo que hace falta en Chile es poner la misma prioridad a las políticas centradas en las personas que a las enfocadas en los territorios, porque puedes capacitar a mujeres en alguna actividad, por ejemplo, pero si luego vuelven a su localidad y allí no hay trabajo o no tienen sala cuna, toda la inversión que haces en ellas no resuelve sus problemas de empleo, porque las condiciones del territorio no son las adecuadas’, explica.

También considera que otro punto clave para el desarrollo rural es resolver mejor la descentralización, permitiendo que algunas decisiones se tomen a nivel local, al menos regional, donde conocen mejor la realidad particular de las comunas.

 

  • Balloon Latam: Vincularse y empoderar para crecer

 

Aunque partió en 2013 con un programa de cinco semanas en las que profesionales de distintos países trabajaban con una comunidad rural chilena apoyándola en el desarrollo de distintos proyectos, hoy en el modelo de la empresa social Balloon Latam —que ya opera en Argentina y México— un grupo de profesionales se instala por cuatro años en un municipio rural para generar relaciones entre sus habitantes y crear lo que definen como ‘capital social’.

Su fundador y director ejecutivo, Sebastián Salinas, explica que al instalarse de manera permanente y extendida logran entender la dinámica de las relaciones locales e impulsar sus proyectos que permitan fortalecer la identidad de las personas con su territorio, mejorar la confianza entre ellos y trabajar en conjunto.

‘Cuando pasan los cuatro años, vemos que hay un aumento fuerte del empoderamiento, la valorización y la pertinencia con su territorio y que eso influye en la migración de los jóvenes, la relación que tienen con el sector rural y la identidad, además de las relaciones de confianza entre las personas e instituciones de una localidad’, asegura.

Para concretar el proyecto e instalarse en un lugar necesitan entre US$ 600 mil y US$ 1,5 millones —lo que ha sido financiado hasta ahora por empresas, fundaciones o gobiernos regionales—, que representa el 52% del presupuesto. El porcentaje restante lo financia Balloon Latam con experiencias de vinculación, en las que profesionales y universitarios de Chile y otros países pagan por participar.

‘Tenemos el programa Balloon internacional, donde postulan profesionales de todo el mundo para desarrollar proyectos con la comunidad de sectores rurales durante cinco semanas, en un programa que tenemos con la Universidad Católica, donde obtienen un certificado en emprendimiento e innovación social. Hoy, para 16 cupos, por ejemplo, se inscriben unas 300 personas de 24 países, donde ellos pagan, tienen 300 horas de trabajo en terreno y 76 horas académicas’, explica Sebastián Salinas.

Por otro lado, mantienen alianzas con 25 universidades, para que grupos de alumnos vayan por diez días a trabajar en el desarrollo de proyectos de la comunidad donde están presentes, algo que también han realizado con profesionales de instituciones públicas, como Fosis, aunque el objetivo es que al finalizar los cuatro años en un territorio, todo el equipo de Balloon sea local.

‘Lo más difícil para obtener el financiamiento es entender que los resultados no son inmediatos, porque en Chile no estamos acostumbrados al largo plazo, pero para lograr que se establezcan las confianzas y que el desarrollo dependa del territorio, el período mínimo que estamos es de cuatro años’, dice Sebastián Salinas.

En Chile, hoy ya cuentan con más de 2.800 proyectos rurales formados con el modelo Balloon, en comunas de O’Higgins, Maule, Biobío, La Araucanía y Los Ríos.

 

Fuente: El Mercurio – Revista del Campo

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