Los desafíos del agro pospandemia

Miedo… al hambre. Por eso, a la voz de que el covid-19 era una pandemia y se anunciaban cuarentenas, la gente, en todo el mundo, repletó supermercados, las ferias y mercados, buscando comida. Por lo mismo, por primera vez se tomó conciencia a nivel de personas, políticos y gobierno de que sin agricultura no se sobrevive. Porque si no se tiene una alimentación adecuada, tampoco se puede estar sano.

Por lo mismo, el agro no ha parado. Así, aunque los movimientos de las personas se restringen, los agricultores, medidas preventivas para evitar el contagio de por medio, siguen sembrando, cosechando y distribuyendo sus productos.

Pero el impacto del covid-19 y de las medidas para prevenir su avance golpearon muy fuerte, apareciendo nuevos temores y poniendo en evidencia debilidades –y fortalezas– inesperadas.

‘En lo general, uno de los elementos clave que generaron el covid-19 es miedo; por esto, todo lo que muestre sistemas más seguros de abastecimiento y producción será clave. Al menos, en lo general y en principio. Las trasformaciones que están sucediendo son muy grandes y muchas de ellas aún no las podemos ver’, sostiene Manuel Otero, director general del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).

La necesidad es tan urgente que, convocados por el ministro Antonio Walker, con el apoyo del IICA y la FAO, los ministros de 35 países de las Américas –incluidos Estados Unidos, Venezuela y Cuba– se sentaron en una mesa virtual a buscar formas de enfrentar el futuro. ‘La preocupación es muy fuerte. Todos lo reconocieron así, agradeciendo la posibilidad de comenzar a trabajar en esto’, dice Walker.

Lo concreto es que urge que se comiencen a tomar medidas para dar certezas y que la nueva realidad no debilite o colapse los sistemas productivos, especialmente los más vulnerables. Precisamente la incertidumbre es lo que obliga a actuar.

‘Hoy no sabemos cómo va a ser la situación del último trimestre de este año y del primero del próximo año… y ahí tenemos que hacer un esfuerzo fuerte por evaluar e imaginar todos los instrumentos que pueden ayudar a proteger una industria que es estratégica para la sobrevivencia de las personas’, plantea Carlos Furche, exministro de Agricultura y consultor internacional.

 

Asegurar abastecimiento y acceso

Donde no hay misterios es que el covid-19 significa, además de enfermedad y muertes, recesión económica. Cierre de fronteras, canales de comercialización congelados y cuarentenas que impiden movimientos y comercio desataron a nivel global el desempleo –que no para de crecer– y la consiguiente caída del consumo como hace décadas no se veía.

 

Así, hoy se abrió un problema de dos vías: el del abastecimiento de alimentos y el del acceso a ellos.

Y si bien, según la FAO, en el corto plazo América Latina, el Caribe y los mercados internacionales tienen reservas suficientes para alimentar y garantizar el acceso de los alimentos a la población, el desafío está en garantizar también ese acceso a quienes han perdido su fuente de ingresos, enfatiza Eve Crowley, representante en Chile de la FAO.

Aunque los gobiernos generan políticas para amortiguar, dentro de lo posible, el impacto de la pandemia en el empleo, el número de desempleados no para de crecer.

 

Reactivador de la economía

Ahí el agro, que ha sido el motor de desarrollo socioeconómico desde O’Higgins a Magallanes, adquiere una nueva dimensión: un eventual motor de recuperación

‘Puede constituirse en uno de los sectores clave en la reactivación de la economía en el futuro más inmediato. Aunque, insisto, este es un análisis general de todo el sector, dado que hay producciones que se han visto seriamente afectadas en muchos países y requerirán de políticas muy activas’, comenta Otero.

En Chile, ‘hay temas que afectan a la agricultura, que podrían dar mucho empleo. Se pueden hacer más productivas zonas que hoy no se hacen, pongan las fichas a trabajar en esos temas’, dice Jorge Valenzuela, presidente de Fedefruta.

Algunas propuestas las lanza Furche: ‘Hay que pensar en proyectos que vayan a absorber mano de obra cesante y que vayan a apoyar aspectos necesarios para mantener nuestro sistema productivo funcionando. Por ejemplo, construcción de infraestructura de riego, mejoramiento de caminos, extensión de la infraestructura de conectividad, protección medioambiental’.

La pandemia también evidenció la importancia de la agricultura familiar campesina (AFC), que es la que abastece de alimentos frescos Por ello, si su producción se interrumpe, los países se quedan sin alimentos frescos. En Chile, es responsable del 54% de la producción de hortalizas y más del 40% de cultivos anuales, según datos de Odepa.

‘La agricultura genera mucho trabajo, especialmente la agricultura familiar campesina. Es un motor de reactivación, porque la producción agrícola es un proceso que involucra a las empresas que exportan y a la agricultura familiar campesina. Estamos en toda la cadena. Se genera trabajo directo e indirecto, como el transporte, materiales, y todo el movimiento de las localidades rurales mejora gracias a la producción del campo’, insiste Orlando Contreras, presidente del Movimiento Unitario Campesino y Etnias de Chile (Mucech).

Todos esos eslabones necesitan tener cierto nivel de certezas, especialmente en momentos en que tienen que tomar decisiones de siembra o plantaciones. Retrasarlas implicará no contar con esos alimentos en los próximos meses.

Pero además de su alta vulnerabilidad económica, los problemas de transporte y el riesgo de cierre de las ferias los inquietan al punto de que podrían decidir no producir. El impacto: mayor pobreza y desabastecimiento.

‘Por los ciclos productivos necesitamos la certidumbre. Bastaría decir que se cierran las ferias, para que el agricultor decida no sembrar, y eso significa no tener producción en dos o tres meses más. Es vital que se tengan certezas. Hay que entender que el campo funciona con un ritmo y una visión distinta a la urbana’, enfatiza Contreras.

 

Y su mirada es compartida por Furche. ‘Se requiere del esfuerzo coordinado para que la pequeña agricultura garantice el abastecimiento’.

 

Los insumos también importan

Otro aspecto que se ha visto alterado con la pandemia es la cadena logística, que parte en el huerto, pero que luego involucra el transporte hacia los mercados y a los puertos, porque la clave es también no detener la exportación que sigue enviando alimentos a distintos países y generando ingresos para Chile.

El impacto no es solo que no se llegue con las cosechas a las ciudades, sino que si el sistema logístico no funciona, se limita la producción.

‘Hay que garantizar que nuestra producción interna se desarrolle normalmente y eso significa asegurar el flujo de insumos (semillas, agroquímicos) y también los flujos financieros. Esto último no es fácil. Pero si no hay recursos económicos para la pequeña y mediana agricultura a través del Indap y para la mediana y grande a través de otros bancos, va a ser muy difícil mantener la producción’, recalca Furche.

Desde la FAO recalcan que si bien hasta ahora las perturbaciones han sido mínimas, lo que ha permitido mantener un suministro de alimentos adecuado, está por verse lo que ocurra en mayo, no solo con la mano de obra. ‘La escasez de fertilizantes, medicamentos veterinarios y otros insumos podría afectar la producción agrícola’, dice Crowley. Esto porque las cuarentenas pueden haber restringido las producciones y los envíos de estos insumos.

 

Colaboración a todo nivel

 

Muchos países dependen del abastecimiento externo para tener alimentos, como ocurre con los cereales en el caso de Chile, o de buena parte de su abastecimiento para muchos países del Caribe.

‘Imaginemos que en el hemisferio norte hay una crisis en la producción de los productos que necesitamos. ¿Qué hacemos? Por ello es importante buscar ya la cooperación con los países vecinos. Es muy importante establecer un diálogo sistemático con los ministros del sector’, plantea Furche.

 

Su mirada es compartida.

 

‘… La cooperación internacional es clave, hay suficientes alimentos en el mundo, pero ningún país podrá garantizar por sí solo alimentos suficientes para su población en medio de una crisis local. Es necesario que los países colaboren para fortalecer la cooperación durante esta pandemia; se requiere de medidas colectivas para garantizar que los mercados funcionen correctamente y que todos dispongan de información oportuna y fiable sobre sus condiciones. De esta manera se reducirá la incertidumbre y permitirá a productores, consumidores y comerciantes tomar decisiones informadas en materia de producción y comercio evitando la especulación en los mercados a todos los niveles’, comenta Eve Crowley.

Fue parte de lo que motivó a Walker a reunir a todos los ministros de la región. ‘Necesitábamos comenzar a conversar, coordinarnos, tomar medidas y planificar. Tenemos mucho que aportarnos entre todos. Fue por lo mismo que participaron todos y que seguiremos reuniéndonos. La posta la tomó ahora el ministro de México’, explica Walker.

Parecida es la posición de Manuel Otero, para quien la forma de garantizar la alimentación es ‘no aislándose. Valorando la cooperación y el apoyo para afrontar la situación de la mejor manera, pero de la forma más colaborativa posible. Las experiencias de cada uno pueden ser de gran ayuda para la implementación de políticas en los países. En esto, desde el IICA hemos emprendido actividades específicas que faciliten el diálogo (reuniones ministeriales, regionales, bilaterales, etc.). Nuestro motor ante estos momentos es: escuchar, proponer, actuar’.

Por ello, dice Walker, lo que se viene en términos de esta colaboración es que los países de las Américas trabajen en conjunto con mira a tres temas: seguridad alimentaria, mantener el comercio y las fronteras abiertas.

Para la Asoex, la colaboración también es esencial: ‘El trabajo conjunto público-privado es vital para poder fortalecer la industria de alimentos, cada uno con sus responsabilidades’, plantea Ronald Bown.

Y podría ser que la pandemia lleve a que los agricultores dejen de lado su natural individualismo. ‘Claramente la pandemia demuestra que el individualismo no es la fórmula para enfrentar un mundo distinto. La colaboración y solidaridad son palabras que vamos a escuchar mucho más fuerte’, plantea Jorge Valenzuela.

Fuente: Revista del Campo

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