Marcos Winkler Mayer, presidente de Fedeleche y Aproleche Osorno
En agosto se publicó la ley 21.595 para regular los delitos económicos y medioambientales. Contiene más de 200 nuevos ilícitos, que infraccionan las malas prácticas que cometan las empresas y sus colaboradores. Esta ley comienza su vigencia el 1 de septiembre del 2024, y contempla penas que van en primera y segunda categoría, siendo las de primera categoría aquellas pueden llevar a cárcel a los representantes legales, a los socios de las empresas, y a quienes estén involucrados en los delitos.
Lo que expertos ya están recomendando, es que las compañías de todos los rubros evalúen sus brechas, tomen las medidas necesarias para no cometer esos ilícitos, y generen un manual de prevención de delitos. Con estas acciones pueden levantar anticipadamente sus riesgos con apoyo de profesionales, y hacer distintos análisis del tratamiento de estos nuevos delitos, junto a cómo prevenirlos. Estas prácticas sirven a las empresas para estar preparadas ante la imposibilidad de bajar a cero las posibilidades de un ilícito, como también a que, si se comunicó a los trabajadores, pero aun así uno de ellos comete un delito, la empresa presentará una menor culpa ante el hecho perpetuado.
Y con respecto a los estudios de impactos medioambientales, es importante recalcar que en la agricultura hay algunos procesos que pueden verse involucrados en ciertas vulneraciones a la ley que deben ser estudiados, analizados, y buscar todos los medios para prevenirlos.
Dado este escenario, desde el gremio hacemos un llamado al sector lechero, y en particular a nuestros socios, para prepararse con anticipación frente a esta nueva ley. Los agricultores son personas honestas, honradas y trabajadoras, y siempre lo han sido. Y sin embargo, los equipos de personas no son inmunes a estas malas prácticas, sobre todo ante esta nueva ley que amplifica tanto los tipos de delitos, como sus penas.
Esta ley viene sí o sí el próximo año, y la agricultura debe estar preparada para un nuevo escenario, donde debemos ser totalmente conscientes de todos nuestros procesos, evaluando cada una de nuestras posibles externalidades, y trabajar constantemente para que el agro jamás se detenga, ya que tenemos la enorme responsabilidad de seguir alimentando a Chile, y al mundo.
