URUGUAY: Guerras comerciales ajenas, oportunidad uruguaya reforzada

La situación agiganta la posibilidad de Uruguay para colocar sus productos.

Hay algo desesperante de la realidad uruguaya y global. Tenemos una oportunidad tan inmensa, un poco por casualidad y otro poco por factores en lo que no intervenimos, y otro tanto por mérito propio.

Cada quien sabrá como asigna proporciones causales, pero lo que no genera dudas es que sería un desperdicio sideral errar el gol. Como la tuvimos en el siglo XX, sostenido por las necesidades de países lejanos en guerra y que se cayó tras el último impulso de la guerra de Corea finalizada en 1955. Trump nos levanta el centro, está en nosotros cabecear y sacudir las redes.

Esta guerra comercial puede ser mala conceptualmente y en el largo plazo, pero en este 2018 puede ser un cisne negro que saque las castañas del fuego, y vuelva a encaminar la inversión y el crecimiento. Al menos en parte.

No tenemos mérito alguno en que Trump haya llegado a la presidencia. Es mérito de Putin, más bien.
Pero lo cierto es que la guerra comercial que ha prometido y que esta semana concretó, ha generado las represalias por parte de China sobre carne, maíz soja, vino y otros productos de EEUU. La situación agiganta la oportunidad de Uruguay.

Por cierto, la oportunidad es del Mercosur, pero Brasil va a un abismo político, Argentina con la sequía que tuvo no va a tener mucho para exportar este año. Cierto, Uruguay tampoco está en su momento de más producción. Pero ahora tiene el marco para hacerlo. Para sembrar los cultivos de invierno ahora e ir por la revancha en soja en la próxima primavera, con los estadounidenses sancionados con un arancel del 25% y Uruguay con un protocolo a la medida de lo que los chinos requieren, debería ser jugar y cobrar.

Hasta del fútbol se han enamorado los chinos que organizan una copa a la que vamos, ganamos dos partidos facilongos, salimos campeones y nos volvemos con las alforjas llenas de billetes verdes –que valen poco pero cuando son muchos, valen bastante de todos modos–.
Por ahora la guerra comercial es un espiral de sanción, represalia y más sanciones, que miramos desde el palco oficial sacando cuentas.

Empezó Trump pidiendo seleccionar productos para sancionar por unos US$ 50.000 millones. Le subió los aranceles al acero y al aluminio chinos, sin modificar las tasas a los mismos productos que llegan de otros destinos.

Por lo tanto siguió China con sanciones a carne de cerdo y vinos entre otros productos, y cuando vio que Trump no daba marcha atrás, agregó nada menos que la soja, el maíz y la carne vacuna.
China golpea en la agricultura, que es la base electoral de Trump, mientras los farmers lamentan el resultado de su voto. John Heisdorffer, presidente de la American Soybean Association, dijo que la suba de las tarifas tendrá un efecto “devastador” sobre los agricultores.

Y mientras los farmers están desconsolados, los chinos están plenamente confiados.

El viceministro de finanzas, Zhu Guangyao dijo que “China no teme una guerra comercial” y “nunca sucumbirá a una presión externa”.

Esto llega además cuando los agricultores están esperando que se vayan los últimos fríos para lanzarse a sembrar maíz y soja con una incertidumbre fenomenal.

Conceptualmente EEUU queda como un proveedor poco confiable, que cambia las reglas de juego antojadizamente. Y los países del Mercosur pueden presentarse como proveedores confiables.

La soja en Argentina se disparó a US$ 400 en puerto, y en la referencia local, Nueva Palmira, se llegó a ofrecer US$ 390, una referencia que permita un resultado aceptable para quien logre un rendimiento medianamente aceptable.

El precio de la carne vacuna por otra parte sigue muy firme y la ganadería uruguaya ha procesado los excedentes generados por la sequía sin que el precio bajara prácticamente y con valores ganaderos mejores a los del año pasado, con China además comprando en forma creciente.
Trump ha lanzado esta semana la guerra en varias direcciones y puede tener impacto en variados productos.

Este jueves Trump pidió más sanciones contra productos chinos ahora por US$ 100 mil millones, duplicando su ya alta apuesta inicial. El mismo día disparó: “Si miras a la Unión Europea, está sólidamente en nuestra contra en términos de comercio, casi no podemos hacer negocios con ellos.

Nos mandan sus automóviles y después no quieren comprar nuestros productos, eso así no puede continuar”, agregó. Una aseveración llamativa porque la Unión Europea fue el principal destino de las exportaciones de EEUU en el último año del que hay datos completos. En 2016 los europeos compraron más de US$ 500 mil millones de productos de EEUU.

Aquí la oportunidad es que la Unión Europea finalmente acceda a celebrar un acuerdo aceptable con el Mercosur y amplíe el cupo de carne y arroz de origen sudamericano.

Y también abre el frente sur, donde México bien puede pasar a comprar más lácteos de Uruguay. Trump, también dijo el jueves a periodistas que probablemente mantendrá a los efectivos de la Guardia Nacional apostados en la frontera de 3.200 kilómetros con México hasta que se complete la construcción del muro que prometió para detener la inmigración ilegal. Allí nuestros lácteos y carne pueden ganar terreno.

Todavía es temprano para saber dónde termina esto. Pero para un proveedor –y EEUU es el principal exportador global de alimentos– estos ruidos nunca son buenos y para Uruguay acentúan esa lógica de oportunidad que tiene componentes azarosos y del entorno que no son menores, así como méritos propios como el trabajo que INAC y otras instituciones han hecho.

Sería un dolor que no se considerara una agenda adicional de estímulo a la inversión y la exportación, que no se avanzara en medidas concernientes al costo de la energía, y a otros aspectos que compensen la impresionante baja del dólar que esta semana volvió a marcar mínimos en varios meses en términos nominales.

Arriesgamos a que el mundo esté ansioso por nuestros productos pero no tengamos a las empresas capaces de generarlos en capacidad de sembrar. También arriesgamos a que otras empresas uruguayas se venden a bajo precio agobiadas por las deudas. , o las tengamos compradas por poco dinero por empresas de China, la posible ganadora de esta guerra comercial que ha desatado el imprevisible Trump.

En particular este momento puede ser clave para revitalizar a la agricultura y para acentuar el esfuerzo para entrar con lácteos en el mercado de China, para que se sumen al portfolio de proteína animal en el que la carne vacuna y ovina ya están presentes con tanta fuerza.

En lácteos las exportaciones de este año son 10 veces más que todo lo exportado en 2017 –en el que fueron mínimas–. Van colocados US$ 6 millones. Un volumen ínfimo para lo que es China, pero interesante para Uruguay que solo en 2014 logró colocaciones relativamente importantes. Los chinos están fascinados con los helados crema y tantos otros productos que añoraron miles de años y ahora pueden comprar. Es para hacer carne y lácteos que importan cantidades tan impresionantes de soja. EEUU nos está dando un filón impresionante. Los productores uruguayos solo están pidiendo condiciones para dar un salto productivo. Ojalá se pueda construir el puente entre la demanda y la oferta potencial. Hay que financiar ya la zafra agrícola y generar las condiciones para un shock de inversión que tiene a más de 1.000 millones de personas esperando con el tenedor y el cuchillo en la mano.

Fuente: El Observador
Link: https://www.elobservador.com.uy/guerras-comerciales-ajenas-oportunidad-uruguaya-reforzada-n1214308

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